Queridos hermanos, en el marco de este Tiempo Ordinario extiendo mis saludo a todos los hermanos en estas Fiestas Patrias, que el Señor siga bendiciendo a nuestra patria, que nosotros seamos partícipes en el umbral del Bicentenario, la extinción de todo mal que reina en nuestra autoridades. Que el Bicentenario nos permita hermanarnos cada día.

El evangelio de este domingo nos presenta una mirada propia de la misericordia y del amor del Señor. Leemos en este evangelio tomado de San Juan, que Jesús sin duda es el único que puede extender su misericordia y sacar de lo poco para dar a conocer el gran amor que tiene por los demás. No importa la cantidad, lo que importa es la disposición que tenemos para afrontar las situaciones en las cuales nos encontramos. Dentro de este marco, la frase que sale a resaltar es y todos comieron, es decir, todos han llegado a comprender que el único mensaje de amor viene del Señor y solo él es el único que puede saciar el hambre de aquellos que, buscando misericordia, encuentran que el Señor es mucho más que palabras, es acción.

Este pasaje del Evangelio nos muestra la atención que tiene el Señor Jesús para con las necesidades de la gente, con gran prioridad para aquellos que lo buscan, lo busca a él sin cesar, quieren estar con él, no les ha importado pasar alguna necesidad. Jesús muestra su poder y manifiesta así la generosidad con la humanidad, dar la mano, favorecer a los más necesitados y saciar a quien busca está cerca de él.

Y así, de la escasez se pasa a la abundancia. Jesús ordena que todos los que vinieron a buscarlo se acomoden para comer, así se cumple las promesa: Señor, a quién iremos, solo tú tienes palabras de vida eterna. Entonces, tomó los panes, dio gracias reconociendo en esos panes el don de Dios y se produjo el milagro, pese a que solamente tenían un poco de cada cosa, de lo poco que uno puede entregar se convierte en abundancia frente a los ojos de Dios.

Finalmente, el momento más decisivo dentro del evangelio, es que aquello que de Dios viene abundantemente, no pueden ser desperdiciado, de allí el gesto de recoger lo que había sobrado, porque no se puede echar a perder lo que de Dios viene. Todo debe ser compartido para con los demás.

Queridos hermanos, que estos días seamos verdaderos agentes de la caridad, demos de lo que tenemos, no de lo que nos sobra, recordar el gesto de la pobre viuda en el templo, ello dio mucho más, porque dio hasta de lo que no tenía. Que la red de la caridad emprendida por san Vicente no se termine, sino que se renueva y se extienda.

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