Queridos amigos

 

El relato del envío de 72 discípulos a evangelizar (Lc 10, 1-12, 17-20), contiene las instrucciones de Jesús a los misioneros y los elementos principales de una misión y su postmisión. Ante todo deben pedir al Padre Dios que envíe misioneros a su mies y deben ser y sentirse enviados o mensajeros  representantes de Jesús. Luego deben ponerse en marcha y hacerlo con urgencia y en directo, es decir no perder el tiempo llenando la mochila ni conversando con gente extraña por el camino. Son las tres cualidades, que Jesús pide de sus misioneros: 1, estar siempre listos para partir; 2, hacerlo con urgencia (y sin prisas); y 3, perseverar en la misión, pese a todo.

 

La misión de los 72 discípulos contiene ciertamente los elementos que la convierten en emblemática. Ya mencioné algunos, que destaco ahora. Todo misionero va en el nombre del Señor y no por su propia cuenta. Por eso si en una casa o en un pueblo no lo reciben, más que a ellos están rechazando con todas sus consecuencias a Jesús, que los envía. Luego va con el poder del Señor, que se mostrará sanando enfermos y exorcizando demonios. Sin embargo no son el poder ni estas cosas, lo que más debe importarle y alegrarle, sino el saber que su nombre está inscrito en el Reino de Dios.

 

Anunciar y hacer ver que el Reino de Dios está ya entre nosotros, se lo acepte o no, es el objetivo de la Misión de Jesús (y de la Iglesia). La paz, que se da como paloma viva, y que puede quedarse o regresarse, la sanación de los enfermos (de cuerpo y alma) y el amigable compartir doméstico, son algunos de los signos de que el Reino ya llegó. Para Jesús, la casa (hogar y familia) – ni se menciona la sinagoga-, es el lugar más importante del quehacer de los misioneros, quienes lo primero que tiene que hacer es bendecir con el saludo de la paz. Antes, Jesús les ha dicho que vayan de 2 en 2, con el corazón contento, ligeros de equipaje y sin que nadie ni nada les distraiga de la misión.

 

Los 72 discípulos son enviados a todos los lugares y ciudades a donde Jesús debía ir. Este último dato es el primero en la intención de Jesús y de Lucas y la razón de ser de cuanto hemos dicho. La misión se armó para preparar la llegada de Jesús a todos esos sitios, prefigurando y anticipando en ellos a todos los países del mundo, a los que Jesús y su evangelio tienen que llegar. Es Lucas quien mejor intuyó los alcances de este ir y ser enviado a todos los países del mundo. Tanto que el final de su evangelio (Lc 24, 47) empalmará con la historia de las misiones (Hech 1,8), mostrando cómo los apóstoles cumplen la voluntad misionera de Jesús. Desde entonces miles de lugares y ciudades del mundo son cosecha abundante,

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