Queridos hermanos, hemos retomado hace algunos domingos nuestra vida dentro del marco de la vida pública de Jesús. Este es el tiempo que nos permitirá conocer y profundizar desde la intimidad del Señor su itinerario de cumplir en cada momento la voluntad de Dios. Quisiera que sea un tiempo lleno de bendiciones para cada uno de ustedes, un tiempo para caminar de la mano de nuestros pastores y conducirlos con Jesús por el camino del bien y la paz.
Este domingo el evangelio nos conduce a meditar e interiorizar en nuestras vidas el verdadero sentido de cumplir la voluntad. Mi voluntad es hacer la voluntad de aquel que me envió, esa debe ser nuestra respuesta resumiendo todo la centralidad del mensaje evangélico. Solo comprendiendo esas palabras del Señor podemos decir quién es verdaderamente aquel que está de su lado. Hay que tener cuidado con la interpretación del texto, no está negando en ningún momento la relación de filiación con su seres queridos. Lo que hace el Señor es reafirmar algo que aún no había quedado claro: sus verdaderos familiares son también aquellos que venciendo las vicisitudes de la vida han aprendido a responder con generosidad al plan del Padre.
Otro momento clave del evangelio, es la dureza de corazón que tienen los interlocutores de Jesús, no creen que puede ser capaz de expulsar a los demonios, es decir no pueden comprender o no han intentado afirmar con seguridad que el Mesías había llegado y estaba en medio de ellos. Creo que lo sabían perfectamente, solo que les estaba malogrando todo el disco y los planes nada coherentes con lo que verdaderamente mandaba la Ley de Dios, no solo es letra también era vivencia en espíritu, porque la Ley es vida, si la cumplimos con sentido de pertenencia a un pueblo escogido, y no porque nos mandan aquellos que no son capaces de cumplir lo que mandan hacer, ellos no hacen lo que dicen, hacen lo que a ellos les beneficia.
Queridos hermanos dentro de la vida de todo cristiano tendremos muchas veces la posibilidad de encontrarnos con hermanos que dicen vivir su fe a su manera, dicen estar en el camino que el Señor les ha puesto. Preguntémonos ¿Cuándo han vivido según lo que Dios les pide? ¿Cuándo han preferido a Dios antes que a sus intereses? No puede seguir existiendo, que detrás de sus actos pongan como excusa que sirven a Dios, cuando sus obras esta camuflada por la hipocresía y porque solo están hechas para que los vean y no tiene nada de verdadera caridad. Sin duda esos no son nuestros hermanos.
Nuestro testimonio debe ser coherente con nuestros actos y libre de toda maldad, libre de camuflarnos en la sobra de aquellos hermanos que viven sin ningún problema su fe. Viven desde Dios.
El Señor tiene el poder para cambiar los corazones, pero sino nos comprometes con él, jamás anulara nuestra libertad, solo desea que tú cumplas la voluntad del Padre porque eso te hace feliz, te hace más humano, te hace hermano con Cristo.

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