Dinos María, qué has visto de camino, a mi Señor resucitado la tumba abandonada.

Este es el día en que vemos rotas todas las cadenas, es el día en el que la vida ha triunfado sobre la muerte. Hoy el cristiano no puede estar triste, hoy estamos de fiesta y que el mundo se entere, que nuestro salvador ha resucitado, aleluya, aleluya, aleluya.

Queridos hermanos, hemos pasado aquel gran desierto y aquella noche maravillosa en que Cristo ha vencido a la muerte. Nuestra alegría debe llevarnos a pensar en todo lo que debemos darle gracias a Dios. Ya hemos salido de la cuaresma y, por lo tanto, nuestro gozo es mayor que las penas y los momentos terribles. No podemos estar más contentos hoy día, que todos podamos estar en familia para compartir la alegría pascual.

Quisiera en este día que todos nos unamos para hacer de nuestro mundo un aleluya reconciliador cargado de muchas esperanzas, porque sí de esperar se trata, hemos tenido el tiempo suficiente de espera y por ello hemos llegado a este día hermoso.

Preguntémonos ¿Qué es lo que realmente vieron las mujeres aquella mañana memorable y gozosa? No es otra cosa, que verse animadas y portando la llama de la esperanza aún encendida. Ellas no perdieron la fe, ni la esperanza, sino que ese momento el corazón les orientó a mirar sus vidas desde el Resucitado. Cuando todos pensaban que la llama se apagaba, ellas nos traen un fuego nuevo, un fuego que quema en el corazón, pero que no hace daño, sino que contagia para que otros salgan de su enfriamiento y puedan recibir una luz que calienta y anima la vida de los débiles y perseguidos. Ellas son las portadoras del fuego, de la llama renovada y revitalizadora.

Tengamos cuidado en que este día, no predomine la emoción del momento, sino la perenne alegría que debemos transmitir a todos. Es el Resucitado que está con nosotros… ¿acaso no ardía nuestros corazones por el camino…?, era la pregunta de los discípulos de Emaús, cómo no les va arder el corazón, si ya tenían en ella el fuego que nos hace gritar y con júbilo:  ¡tú eres el rey de la vida y el gran vencedor de las tinieblas!

Dónde están ya los clavos, dónde están los azotes, dónde están las penas. Todas ellas han quedado en el lugar de los que aún no tienen esperanza.

Queridos hermanos que estos días sean verdaderos días de alegría, como cuando nace un niño y todos nos alegramos, hoy nos alegramos por todo lo que somos y por todo lo que el Señor no ha regalado.

Desde lo hondo de mi corazón, les deseo unas Felices Fiestas de Pascua de Resurrección. Que todos cambiemos nuestro luto por danzas.

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