Queridos hermanos empezamos un tiempo nuevo que viene cargado de muchas expectativas y lleno de nuevos retos a la luz de la vida pública de Jesús. Sus milagros, sus enseñanzas, sus palabras van a macar la esencia de nuestro seguimiento, que se verá interpelado por el mismo EVANGELIO.

Quisiera detenerme con ustedes en la primera lectura tomada de Samuel para meditar una frase muy alentadora: “Aquí estoy Señor” . Mirando nuestra vida misma, preguntémonos cuántas veces le hemos dicho Señor: aquí me tienes para hacer tu voluntad. Cuesta mucho decir esa frase, cuando tenemos en mente solo hacer nuestra voluntad y queremos poner por delante los planes propios de nuestra vida, y claro, esto nos lleva a romper la cadena de unidad con el Señor, porque solo pensamos en nosotros mismos. El pequeño Samuel escuchó la voz, le costó diferenciar de dónde venía. Hoy podemos  confundir la voz del Señor, porque nos hemos acostumbrado a escuchar las voces que nos convienen. Hermanos, la voz del Señor no puede ser opacada por otras, aprendamos a escuchar al Señor, tenemos un mundo de cosas para escucharlo. Esa voz requiere una respuesta y la respuesta es sincera, aquí estoy, aquí me tienes, con mis temores, mis alegrías, mis miedos, pero aquí me tienes. Sabemos muy bien que el Señor nos conoce y conoce lo más hondo de nosotros. Así que no dudemos en dar una respuesta de servicio, aquí estoy para hacer Señor lo que tú me digas.

El evangelio de este domingo nos presenta el inicio del recorrido de Jesús, y para conocer al Señor hay que estar con él, vivir en él, ser como él. Resaltamos de este evangelio la frase “vengan y lo verán … fueron y vieron donde vivía”. Hay que salir de uno para ir a donde está el Señor, sino aprendemos el camino del Señor, no podremos seguir las huellas del Señor. El camino está lleno de muchas huellas, pero si vamos con él sabremos que caminamos seguros. Pero este camino tiene sus pequeñas renuncias, a veces nos vamos a cansar, a veces vamos a querer dejar el camino. Solo caminando se hace camino seguro. Ellos fueron, y vieron lo que verdaderamente tenía el Señor, y  ¿qué vieron?, solo su vida como modelo de renuncia y aceptación de la voluntad del Padre.

El Señor solo hizo una invitación y el relato evangélico afirma que se quedaron con él aquel día. Miremos hermanos la actitud, solo bastó las horas de aquel día para que conocieran algo del Señor. Imaginémonos todo lo que conociéramos si nos quedaríamos todo el tiempo con él.

Hermanos, que sea un tiempo para ir al Señor y estar con él, que este inicio del Tiempo Ordinario nos sea fructífero. Dejémonos interpelar por todos los gestos y palabras de Señor. No cerremos el oído y el corazón al Señor.

Un hombre de Dios nos visitará, escuchemos sus enseñanzas para vivir en la voluntad del Señor.

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