FICHA DE ORACIÓN PARA EL SANTÍSIMO

VEN Y SÍGUEME

Ambientación y monición:

Dios llama al ser humano porque lo ama. Él no puede dejar de llamar, ya que en su llamada se manifiesta su amor. Dios llama porque está interesado en la vida y en la felicidad del ser humano.
Es así que en el transcurso de los años muchos hombres y mujeres de la familia vicentina han aceptado esta llamada de amor y se han entregado al servicio de los pobres, porque en ellos vieron el rostro de Cristo.
Iniciemos este momento de adoración, para que el Dios de la vida, siga llamando a más personas a continuar la obra que San Vicente de Paúl inició hace más de 400 años.

(El celebrante o ministro acólito lleva el Santísimo Sacramento al altar y lo expone solemnemente en la custodia, mientras todos de rodillas entonan el canto inicial)

Sea por siempre bendito y alabado.
Mi Jesús Sacramentado

(Padre nuestro…; Dios te salve… y Gloria al Padre…. 3 veces) 

LECTURAS 

Monición:

El Señor llama a Samuel y él acude sin tardar. Samuel es modelo del joven desprendido y generoso. La voz del Señor requiere oídos atentos que la escuchen como Samuel, y pongan en práctica su mensaje.

Lector 1: lectura del libro primero de Samuel (3,1-10)
Canto: “Háblame Señor”

Monición:

Saulo es celoso israelita que persigue a los cristianos, se convierte después de ser llamado por Dios, en el Pablo. Desde ese momento sólo desea anunciar a todos los hombres el amor de Cristo.

Lector 2: Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (22, 3-10)
Canto: “Pescador”

Monición:

Jesús cuando recorría los caminos y las playas de “Galilea”, llamó a sus doce Apóstoles: “Venid y seguidme. Y ellos, dejándolo todo lo siguieron”.
Hoy Jesús sigue llamando a los sacerdotes y religiosos, como llamó en Palestina a sus primeros discípulos.

Presidente: Lectura del Santo Evangelio según San Mateo (4,18-22) 

* Sugerencias para la Homilía:

  • Dios quiere salvar al mundo por medio de hombres.
  • Busca hoy apóstoles que anuncien su Evangelio, que extiendan su reino y la obra salvadora de su Iglesia.
  • Encuentra personas que respondan con generosidad a su llamada como Samuel, Pablo, los apóstoles, San Vicente de Paúl y todos los santos y beatos de la Familia Vicentina.
  • Si Cristo llama, espera que nuestro corazón sea valiente. Digámosle sin miedo: “habla, Señor, que te escucho. ¿Qué quieres que haga?
  • Pensemos unos momentos en el llamamiento de Dios. Este llamamiento nos exige fidelidad. En estos momentos de íntima unión con Jesús, oremos para que los elegidos de entre nosotros den un sí generoso y enérgico.

RESPUESTA ALA PALABRA DE DIOS

  1. Reflexión y oración personal: (durante unos instantes de rodillas).
  2. Escuchemos a Vicente de Paúl 

“Hemos sido llamados a eso. Sí, nuestro Señor pide de nosotros que evangelicemos a los pobres: es lo que él hizo y lo que quiere seguir haciendo por medio de nosotros. Tenemos muchos motivos para humillarnos en este punto, al ver que el Padre eterno nos destina a lo mismo que destinó a su Hijo, que vino a evangelizar a los pobres y que indicó esto como señal de que era el Hijo de Dios y de que había venido el mesías que el pueblo esperaba, Tenemos, pues, contraída una grave obligación con su bondad infinita, por habernos asociado a él en esta tarea divina y por habernos escogido entre tantos y tantos otros, más dignos de este honor y más capaces de responder a él que nosotros”.

3. Oración de los fieles:

Pidamos todos al padre por medio de Jesús que envíe numerosos apóstoles a su mies. Que los elegidos respondan con valentía y sin egoísmo entregándose de lleno a la misión que Cristo les confió.

Respondemos a las preces diciendo: Te pedimos, Señor, Escúchanos.

  • Por nuestra Iglesia, para que la conserves fiel al compromiso de anunciar el evangelio a todos los hombres.
  • Por los sacerdotes, consagrados y laicos para que te sirvan en santidad.
  • Por los laicos para que sean testigos de tu amor en el mundo.
  • Por todos los que escuchan la voz del señor, para que con valentía y perseverancia acepten tu llamada.
  • Por los que te consagran la vida, para que los conserves en tu santo servicio.

(Luego el ministro inciensa el Santísimo Sacramento de rodillas)

  1. Les diste pan del cielo. (T.P. Aleluya).
  2. Que contiene en sí todo deleite. (T.P. Aleluya).

Luego se pone en pie y dice:

Oremos.

Oh Dios, que en este admirable sacramento nos dejaste el memorial de tú Pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amen.

Bendición Eucarística

(Una vez que ha dicho la oración, el sacerdote o el diácono traza con el Sacramento la señal de la cruz sobre la comunidad reunida.
Concluida la bendición, el sacerdote deja el Santísimo sobre el altar, y de rodillas dice las preces de alabanza, las que son repetidas por todos).

Preces

Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

Para concluir dice la siguiente oración por las vocaciones a la vida consagrada y sacerdotal.

ORACIÓN VOCACIONAL

Oh Jesús, Pastor de las almas, que llamaste a los apóstoles para hacerlos pastores de tu rebaño, atrae hacia Ti las almas ardientes y generosas de los jóvenes, para hacerlos tus seguidores y tus ministros. Hazlos partícipes de tu sed de redención universal.  Señor, descúbreles los horizontes del mundo entero, donde la silenciosa súplica de tantos hermanos piden la luz de la verdad y el calor del amor; para que respondiendo a tu llamada, edifiquen tu Cuerpo Místico, la Iglesia, y sean sal de la tierra y luz del mundo.

Extiende Señor tu llamada a numerosas almas, infúndeles el ansia de la perfección evangélica y la entrega al servicio de la Iglesia y de los hermanos necesitados.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
R/. Amén.

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