El relato del evangelio de este domingo nos hace saber que, al anochecer del primer día de la semana, día en que había resucitado el Señor, los discípulos estaban reunidos en una casa.
De los discípulos se nos hace saber que estaban con las puertas cerradas por miedo a los judíos y no era para menos pues habían sido testigos como habían logrado que estos a su pedido Poncio Pilato sentenciara al Señor Jesús a morir en la cruz.
Es así que el Señor Jesús entró donde se encontraban ellos y lo primero que hace es desearles la paz para luego enseñarles las manos y el costado, ellos pudieron ver las huellas de los clavos que lo habían sostenido en la cruz y la herida provocada por la lanza del soldado que fue clavada en el costado.
Ante estas pruebas dadas por el Señor Jesús sobre su identidad los discípulos lo reconocieron y esta experiencia los llenó de alegría al ver al Señor.
Nuevamente el señor resucitado les repite el saludo inicial “Paz a ustedes” para a continuación enviarlos a realizar la misión que el Padre le envío a hacer al mismo Señor Jesús, es decir la misión no puede detenerse, sino que debe continuar.
Al enviar el Señor Jesús resucitado a sus discípulos para que continúen la misión sopla sobre ellos y les dice que reciban el ESPÍRITU SANTO, también les dice que “a quienes ustedes les perdonen los pecados, les serán perdonados y a quienes se los retengan les quedan retenidos”.
Aquí es bueno recordar que en una oportunidad el señor Jesús le decía a un hombre paralítico “Hombre, tus pecados te son perdonados” lo que hizo reaccionar a los fariseos y letrados que se encontraban en el lugar y discutían “¿Quién es éste, que dice blasfemias? ¿Quién fuera de Dios, puede perdonar pecados? Es decir, ahora es tarea de los enviados lo que era privativo solo para Dios. La iglesia entendió que aquí esta fundamentado desde la Palabra de Dios el sacramento de la RECONCILIACIÓN.
Con la celebración de la Fiesta Solemne de Pentecostés la Iglesia recuerda que el Espíritu Santo concede los siete Dones Mesiánicos: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Y estos dones nos deben llevar a producir frutos, los frutos del Espíritu Santo que son: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad.
Estos frutos del Espíritu Santo son la constatación de que nos estamos dejando guiar por el Espíritu Santo.

PARA TODOS USTEDES HERMANAS Y HERMANOS LES DESEO QUE PASEN UNA FELIZ FIESTA SOLEMNE DE PENTECOSTÉS.
QUE EL ESPÍRITU SANTO RECIBIDO EL DÍA DE NUESTRO BAUTISMO Y QUE NOS ENRIQUECIÓ CON SUS DONES NOS HAGA PRODUCIR MUCHOS FRUTOS.

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