Queridos amigos, reciban mi cordial y afectuoso saludo. Dios los bendiga en este domingo “Día del Señor”
Las lecturas de este XIII tercer domingo son bellísimas, nos hablan sobre el sentido y la responsabilidad del don de la vida que recibimos y de la fe que debemos acrecentar en Jesucristo, Señor de la Vida, quien nos da la vida eterna, y “vida en abundancia”(Jn.10,10).
La primera lectura es del libro de la Sabiduría (Sab.1,13-15;2,23-24), del género de reflexión sapiencial, que medita sobre el sentido de la vida del hombre (justo) que confía en Dios, y del hombre que lo ignora (impío).
El hombre impío mira la vida como un sin sentido, “discurren equivocadamente, dicen: corta y triste es nuestra vida, es como el humo, sin sentido”, por eso obra desatinadamente, hace el mal y en eso piensa encontrar la felicidad, ignora a Dios(Sab.2,1), “no conocen los secretos de Dios, no esperan el premio de la virtud, ni valoran el galardón de una vida intachable”(Sab.2,22).
El hombre justo, es el que “ama la justicia, el que tiene rectos pensamientos sobre Dios, lo busca con sencillez de corazón”(Sab.1,1).
El sabio, el hombre justo, razona que “Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes”, él sabe que “Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo imagen de su propio ser”. El también sabe, que el mal, el pecado (diablo), entró para desordenar el destino del hombre hacia Dios.
El salmo 29, es de una profunda confianza en Dios, que da la vida, y dice: “Señor, sacaste mi vida del abismo, y me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa,…tu bondad, dura de por vida…cambiaste mi luto en danzas. Dios mío, te daré gracias por siempre.
Es bello este salmo, hágalo suyo!!.
La segunda lectura es la carta de San Pablo a los Corintios (2Co.8,7.9.13-15).
Es una invitación a producir en nuestro diario vivir con la generosidad y solidaridad para el bien, para socorrer al necesitado, es lo que se espera de nuestra fe, teniendo el ejemplo de Cristo: “Porque ya saben lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por ustedes para que ustedes se hicieran ricos con su pobreza.”
El evangelio es de San Marcos (5,21-43). Es un relato extenso y contiene 2 milagros unidos por el tema de la fe, de la Vida que da Jesús, anuncio que el Reino de Dios ha llegado.
Está el relato de la curación de la mujer hemorroísa, que “perdía sangre”, ya “doce años”,que había buscado la mejor atención de los médicos y “empeoraba”, pero “oyó hablar de Jesús”, y se acercó a tocarlo entre tanta gente que había, ella se siente descubierta por haber tocado el “manto de Jesus”, y Jesús alaba su fe:
“Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud”.
El otro relato, es el de la hija de Jairo, que está muy grave, es joven, tiene 12 años, una vida por delante.
Jairo, oyendo hablar de Jesús, va a su encuentro, reconoce su autoridad y pone su confianza en él, que le pide que vaya “a curar a su hija y que viva”.
Cuando van de camino, les avisan que la joven había muerto y que “ya no hay que molestar al Maestro”. Ya no hay nada que hacer, empiezan los ritos de duelo.
Jesús, le dice a Jairo: “No temas, basta que tengas fe” y siguen de camino hacia el encuentro con la joven muerta. Al llegar Jesús les dice que la joven “no está muerta, está dormida”. Y la gente dejó el llanto y “se reían de Él”.
Jesús se abrió paso entre las burlas de la gente, y llegando a donde estaba la joven fallecida, “la tomó de la mano” y le dijo: “Talitha qum”(que en arameo, idioma que habló Jesús, significa:”contigo hablo, niña, levántate”. “Ella se levantó inmediatamente y comenzó a caminar”.
Hermosos detalles de ambos relatos, que podemos mirarlos con más profundidad que mirar simplemente el hecho de la curación.
En el relato se menciona 12 años de enfermedad, 12 de edad. En ello se hace alusión al “pueblo” de Israel.
La Ley con sus normas y prohibiciones no da la salud, aleja, excluye.
El “mundo” no da la felicidad.
La “pérdida de sangre”, sinónimo de “vida”, nos confronta a la realidad de no aprovechar bien la vida honrando el Nombre de Dios, autor de ella. No se ha obrado conforme a la voluntad de Dios.
La risa de los que hacían duelo, son los que pierden el horizonte sobre la vida eterna, la verdadera Vida que otorga la fe en Jesucristo (“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”).
La Iglesia, como el mundo, sin la vida que viene de Jesús se desangra.
Somos también nosotros, los que pierden el sentido de la vida, los que pierden la fe en Jesús, los que piensan que no hay vida eterna, los que ante las adversidades del camino de la vida pierden la esperanza.
Que bueno que podamos volver a sentir en nuestro corazón las palabras de Jesús: “No temas, basta que tengas fe”
Los tengo en mi oración y cariño y en la misa que celebraré hoy.
Oh María sin pecado concebida. Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.
P. Rubén Pedro Borda CM

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