El evangelio de este domingo nos presenta al señor Jesús hablándoles a sus discípulos e invitándolos a pasar a la otra orilla les dice “Vamos a la otra orilla”. Meditemos sobre la invitación que les ha hecho el señor Jesús a sus discípulos y tratemos de darle significado a eso de “Vamos a la otra orilla” que bien podría significar dejemos nuestra zona de confort y aventurémonos a la otra orilla que bien podía ser ir a una zona de desafíos, de nuevos aprendizajes, también puede ser la realización del proceso de conversión, donde se deja un estilo de vida para iniciar otro.
El pasar a la otra orilla también puede suponer el aprender a ver las cosas de manera diferente a la estábamos acostumbrados, poder aprender a valorar las acciones de otros ahora que nos encontramos en la misma condición.

Además consideremos la hora para hacer el viaje hasta la otra orilla, “Un día al atardecer”, hacer el viaje de noche en barca, cuando la oscuridad no permite ver los obstáculos que puede existir en el trayecto, cuando estuve en la misión a orillas del rio Huallaga por prudencia cuando aumentaba el caudal del agua y traía empalizada se recomendaba no surcar las aguas del rio pues la empalizada podía causar un accidente que podía ser fatal, y esto siendo de día así que imagínense de noche con la oscuridad.

Se nos hace saber que se levantó un fuerte huracán provocando una tempestad de tal manera que parecía que las olas podían inundar la embarcación lo cual causaría un naufragio. Esta situación causo temor entre los que iban en la barca, temor de terminar hundidos, por eso fueron a buscar al Señor Jesús que descansaba dormido sobre un almohadón para despertarlo y decirle “Maestro ¿no te importa que nos hundamos?”.

Que importante es vivir nuestra fe iluminada por la Palabra de Dios, si los discípulos hubieran recordado las palabras del salmista entonces hubieran hecho lo que el salmista les recordaba “gritaron al Señor en su angustia… Apaciguo la tormenta en suave brisa” o tal vez lo recordaban y por eso fueron a buscar al Señor, que termino calmando la tormenta.

Lo que sorprende es que sabiendo esto los discípulos se hubieran acobardado, por eso la pregunta del Señor Jesús ¿por qué son tan cobardes? Pero lo cierto es que como ellos también nosotros nos acobardamos cuando tenemos que dejar nuestra zona de confort y entonces nace la duda a pesar que sabemos quién va con nosotros, quien es nuestro compañero de camino o en este caso de navegación.

Los discípulos luego de ser testigos como había calmado la tormenta se dicen unos a otros “¿pero quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?”
Si hubieran recordado las palabras del salmista hubieran sabido la respuesta: Es el Señor.

Cuando olvidamos que es el Señor quien siempre nos acompaña en la vida y en las tareas que realizamos entonces todo se nos dificulta y hasta puede paralizarnos, nos hace perder el entusiasmo de realizar la tarea de la evangelización aún sabiendo que a otros pueblos debemos anunciar el evangelio de la salvación.

QUE PASEN BONITA FIESTA DE SAN JUAN BAUTISTA PRIMERO Y SAN PEDRO Y SAN PABLO DESPUÉS DURANTE LA SEMANA QUE ESTAMOS EMPEZANDO.

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