Se escucha mucho en estos momentos difíciles acerca de que vivimos tiempos “apocalípticos”, de que “Dios nos está probando”, de que “debemos volcarnos y postrarnos para calmar la ira de Dios contra los hombres y el mundo”, y otras tantas (quizá ustedes más adelante me puedan ayudar a recoger estas frases para poder intentar purificar lo que realmente debemos pensar y creer), que creo se necesitan reflexionar mejor antes de usarlas.
Por el momento solo me concentro en el uso del término “apocalíptico”. Se piensa que cuando se habla de esto se alude a algo catastrófico, fin del mundo, destrucción, y afines.
Definiendo: “apocalipsis” es un término griego que significa “revelación”. Por tanto, no tiene sentido aplicarlo al sentido que comúnmente le damos al hablar de “apocalíptico”. Surge como un género literario en la literatura judía (puesto que existen obras apocalípticas aparte de las aceptadas en la Escritura Judía) y que luego fue también desarrollado por el naciente cristianismo para expresar un mensaje de esperanza en tiempos difíciles. Esta literatura se desarrolló entre los siglos III a.C. hasta el s. II d.C. aproximadamente.
Quizá su mayor característica es que utiliza un lenguaje simbólico (no falso, pues este tipo de lenguaje también transmite verdad), retratando una lucha entre los agentes del bien y del mal, elevándola a una dimensión no solo terrenal sino cósmica, con el interés de infundir esperanza a los creyentes, a quienes se les pide apoyarse certeramente en la intervención providencial de Dios que instaurará al final de los tiempos su reino al vencer definitivamente las manifestaciones del mal. Esto es lo “oculto” que pasa a ser “revelado” a los creyentes por este medio.
Finalmente, estos libros apocalípticos, sobre todo los que encontramos en la Biblia, como Daniel en el caso del AT y el Apocalipsis en el NT, tuvieron destinatarios concretos a los que le fue revelado una reflexión teológica de la soberanía de Dios y el juicio a la pretensión vana del hombre de querer usurpar el lugar de Dios. Entiendo, que la descripción que se da en estos libros acerca de su trama (batallas, amenazas, plagas, seres mitológicos como bestias y dragones) genera temor o miedo, pero no está queriendo decir que lo apocalíptico tenga que ver que sucedan estos hechos en el futuro sin más, sino son expresiones de realidades que viven los creyentes en tiempos de angustia y hostilidad, por lo que el mensaje apunta a la confianza y la esperanza en Dios, no a la intranquilidad, desesperación y temor.
P. Mario Yépez Barrientos, CM
