JESÚS ES REAL, NO DEFRAUDA

¿Sabes Jesús?, muchas veces te vimos pasar, alguien nos habló de ti y tuvimos el corazón cerrado y la mente llena de cuestionamientos sin sustento; perdónanos por eso. Hemos hasta recibido muchas bendiciones de ti y no nos hemos dado cuenta, tu Madre nos ha hablado de ti y no le hemos hecho caso, tus apóstoles nos hablan de ti y te hemos dado la espalda, dudamos todo el tiempo de tu Eucaristía, no nos abrimos al Espíritu y nos burlamos de Él pensando que te manipulan, algunos piensan que tú no existes, o que sólo “eres una energía” o “una fuerza cósmica” o “un recuerdo del ayer por no decir de la estampita”. Ayúdanos a creer más en Ti. No permitas que nada ni nadie nos aparte de tu amor y de tu Iglesia.

Un testimonio de fe es fruto de un encuentro con un Dios vivo; nadie testifica a Jesús si antes no ha tenido un encuentro o una experiencia de Él y con Él. A la luz del acontecimiento de la pascua de Resurrección, los apóstoles, llenos del Espíritu no dudaron de testificar que Jesús está vivo. Pedro nos da ejemplo de que sí se puede dar testimonio, aún a pesar de los obstáculos, o del mundo que le da la espalda a Dios. Dice la 1ra lectura (Hch.2,14.22-33): “Les hablo de Jesús nazareno, el hombre que Dios acreditó ante ustedes. Conforme al designio previsto y determinado por Dios, fue entregado, ustedes lo mataron en una cruz. Pero Dios lo resucitó”; “Dios resucitó a este Jesús, y todos nosotros somos testigos”. ¿Cuántos de nosotros somos capaces de hablar de Jesús? Ante tanto cuestionamiento incluso sobre Dios mismo, ¿me callo o doy la cara por Jesús como lo hizo Pedro? Qué valiente Pedro para testificar quién es Jesús. A veces ese tipo de testimonios nos falta. ¿No será que nos estemos acostumbrando a ser “cristianos de nombre”? Alguno hasta pudiera decir: “soy cristiano a mi manera”.

Jesús siempre es real, está vivo, no ha muerto. Muchas agrupaciones no católicas, muchas sectas y nuevos movimientos religiosos nacen de algún personaje, o de la iniciativa de alguno de ellos, su cuerpo se conserva, algunos de ellos no han muerto, y otros sí pero su cuerpo se conserva, incluso en el aspecto civil también, pero el de Jesús no porque Cristo VIVE ALELUYA.

Él viene a liberarnos de toda cadena, de toda atadura, de todo pecado. San Pedro, en su 1ra carta (1,17-21) nos hace recordar esa verdad de fe. Y esa liberación viene por su sangre derramada en la Cruz. Gracias a su presencia, todos creemos, gracias a su compañía nuestra vida se fortalece, gracias a su amor somos redimidos.

Dos jóvenes camino a Emaús iban: sin esperanza, sin ninguna motivación religiosa, sin ganas de caminar, quizás hasta decepcionados, cuestionaban todo, trataban de encontrar explicaciones a todo lo que ocurrió alrededor de la muerte de Jesús, pero no hallaban respuesta. ¿Te ha pasado alguna vez que has querido desaparecer de este mundo porque todo te ha ido mal o porque Dios se “olvidó” de ti o que dudaste de Él mismo? Alguna vez, ¿algún amigo te falló? ¿Dudaste de Dios? Pero Jesús, salió a su encuentro. Dice el evangelio de hoy: “Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos” (Lc.24,13-35). Cuando estamos llenos de: pecado, dudas, soberbia, miedos, cuando nos dejamos llevar por doctrinas erradas o confusas acerca de la fe, cuando alguien en la Iglesia te falla o no es un buen testimonio, etc; entonces viene la duda. Puede suceder como los jóvenes de Emaús que: “sus ojos estaban tan cegados, que no eran capaces de reconocerlo”. ¿Qué me impide creer más en Jesús, en su proyecto, en su Iglesia, en su Palabra, en sus mandamientos, en sus promesas? Jesús, al caminar con los peregrinos de Emaús, y al explicarles con amor que todo lo que dijeron los profetas acerca de él es verdad, quiso poner en sus corazones paz y fe, que a veces eso nos falta; quiso aclarar sus dudas, restaurar la fe y la esperanza perdidas. Una segunda prueba para aumentar su fe, aparte de su presencia cercana y amiga, es la celebración de la Eucaristía, Jesús la celebró para sacarle la venda de sus ojos.

Hoy quiere Jesús abrir nuestros ojos ciegos para que pase la luz de su Espíritu y empezar a creer más a él y creerle a él, para poder así dar testimonio de su amor. Todo encuentro con Jesús provoca misión. Los peregrinos de Emaús lo entendieron muy bien: “Y levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén” y todo para contar que “era verdad, ha resucitado el Señor”. “Y ellos contaron lo sucedido por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan”. Es imposible que una persona que se haya encontrado con Jesús, se quede callado (cf.Hch.4,20) ¿Te atreverás a dar testimonio como los de Emaús, acerca de Jesús?

Recuerda: Jesús es real y es la esperanza que no defrauda.

Con mi bendición.

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